martes, 6 de abril de 2010

¡Padre Carlos Rengifo, a usted no lo despedimos. Inexorablemente, seguirá estando con nosotros para siempre! ¡Descanse en Paz!

Por: Dra. Enma Rosa Carrillo Sarmiento

Resulta difícil pronunciar palabras de despedida, sobre todo cuando quién ha partido fue el sacerdote, el hombre de Dios, el compañero excepcional, el amigo de todos.

El Padre Carlos…Ese capellán amigo que nos acompañó como Institución y como personas en momentos decisivos de nuestras vidas: Retiros espirituales, primeras comuniones, confirmaciones, celebraciones especiales. Hoy con mucho amor y dolor, nos referimos a ese hombre de fe y de Eucaristía que compartió la mesa con nosotros, nos casó, bautizó a nuestros hijos, conoció nuestros pecados, bendijo esta Institución, nuestros hogares, a todos y cada uno de nosotros.

Amigo en las buenas y en las malas, presente en las penas y en las alegrías. Guía espiritual al que acudíamos en los momentos de crisis y de dudas, mostrándose siempre comprensivo, seguro y sabio.

Dedicó muchos años de su vida a la evangelización y al trabajo de acompañamiento permanente a las familias especialmente a los niños y jóvenes. Fue sencillo y humilde, sumamente sensible y generoso, se preocupaba hasta extremos increíbles cuando alguien estaba enfermo o tenía problemas, brindando sin límites y con ternura la solidaridad que siempre lo caracterizaba. Era como él mismo lo decía su mayor satisfacción.

Se distinguía por su gran capacidad para despertar la simpatía y el aprecio de la gente, sin importar la edad, el género o la condición social. Alegre, activo, de razonamientos profundos, formador, luchador incansable, amante de Dios, aferrado a la vida, inteligente, talentoso y lúcido. Consciente de sus fortalezas y debilidades, siempre mostró claridad y solidez en sus convicciones y un gran sentido del humor (seguro extrañaremos sus chistes, su risa, sus comentarios jocosos, sus giros y saltos arriesgados, pero sobre todo, sus enseñanzas sobre la fe y el amor a Dios y a la vida).

El Padre Carlos después de librar una dura batalla por la vida, se ha ido, pero nos deja su afecto, su ejemplo, sus ideas y sobre todo nos deja la responsabilidad de hacer honor a su legado de fe, amor, fortaleza, paz y espíritu de servicio social.

Hoy está de la mano de un ángel que lo guía hacia otra casa, esa casa que es la metáfora y la síntesis de todas, una casa edificada sobre roca, no por el hombre sino por Dios, un refugio en el que hay un lugar para todos, la casa del Padre Celestial, esa morada en la que el Padre Carlos es desde ayer, un huésped de honor.

Como familia Norteña (Directivos, administrativos, educadores, estudiantes, personal de apoyo y padres de familia) expresamos a sus familiares y amigos nuestras más sinceras condolencias y agradecemos infinitamente al Buen Dios de los cielos que todos tenemos por concedernos el privilegio de tener entre nosotros durante 5 años a un hombre que fue reflejo del amor a Jesucristo y que se entregó plenamente a realizar su misión.

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